miércoles, 29 de abril de 2009


Tengo dieciseis crayones, tres que jamás usé.
Tampoco quiero usarlos, no veo la necesidad de hacerlo.
Quizás los regale, quizás me los quede; pero si no me sirven para qué los quiero? porque en realidad si los necesito es que me da miedo la manera en que los vaya a usar no sea cosa que pintando una nueva realidad se me escapen los detalles del acá ahora y la relación espacio-tiempo que me saca las ganas de mucho y no de todo, porque hay cosas que ni ochenta crayones van a poder modificar: el sin color de los sentimientos que solo una persona logro colorear con un solo crayon.
No importa la cantidad, un número no es nada; un sentimiento es más que mucho.

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