@ arroba

Empezar de cero. Si claro, ¿quién fue el que alguna vez afirmó que el borrón y cuenta nueva era tan fácil de cumplir al pie de la letra? Al principio me entusiasmaba la idea de poder reconstruir todo lo que en el camino se había requebrantajado por equis motivo que algún día quizás con la remota posibilidad a favor sabré, pero cuando la situación te encuentra desprevenida, sin previo aviso te envía todo de cero, sos vos y la nada, la nada y vos, así de simple y complejo a la vez. De repente y sin fabular me encontré metida en una especie de revuelto de cosas vacías y sin sentido que por razón alguna había decidido preservar en mi mundo de fábulas cotidianas a las cuales aún sigo queriendo dejar de monotematizar. Lo que sentí en ese momento no fue la gran cosa, al menos no fue lo que yo hubiera querido o simplemente lo que pensé que iba a sentir. Como tal cosa decidí tener a la ignorancia como aliada, optar por la aislamiento de la conciencia me sirvió justamente para darme cuenta que mi subconsciente no estaba tan en contra mío como yo creía en un principio. Entonces después de muchas lágrimas y demasiadas horas en el diván me di cuenta que el haber querido empezar de cero implicó no solamente intentar fallidamente borrar las inutilidades lastimosas de las que me había cansado de luchar, sino que también comprometió a los pequeños logros que en casi diecisiete años había conseguido establecer con todo mi erróneo orgullo que tanto se había acostumbrado a la mediocridad de la estabilidad. Me considero, y con todo el derecho que yo misma me atribuyo y con mil y una razones que si es necesario voy a decretar donde quiera que sea, puedo afirmar que intentar empezar de cero me costó mucho más que sobrevivir con todos mis detalles desacertados que me habían echo crecer.